El Lied
El romanticismo tuvo mucha importancia en la renovación de las grandes formas musicales mediante el uso de mayor cantidad de instrumentos en la orquesta, más colorido en la orquestación, introducción de programas literarios en la estructura musical, renovación de la sintaxis musical... Pero hay que reconocer que se expresó con más comodidad en las formas pequeñas, en las cuales se movió con más libertad.
Lo curioso de esta faceta del romanticismo, tal vez la más esencial, fue la continua invención de estas pequeñas formas o la renovación y reelaboración de las ya existentes. No se limitaron a tomar las formas musicales ya preexistentes, como hacían los compositores del barroco con las formas del mundo de la danza: minuetos, gavotas, gigas, etc.; los compositores románticos inventaron continuamente las formas que necesitaban para expresarse. Generalmente su estructura interna era de una gran sencillez, con lo que conseguían la comodidad y plena libertad personal para la inmediata comunicación con el oyente burgués. El instrumento preferido fue el piano.
LA CANCIÓN
El "lied" es la forma musical más netamente romántica. La palabra alemana, lied en singular, lieder en plural, no es fácilmente traducible. Significa, en sentido general, canción. Pero el "lied" romántico es eso y mucho más. Es, sí, una canción, breve, acompaña al piano; pero este acompañamiento no es algo secundario, como en las canciones populares, en la música de salón o en la misma ópera italiana cuando la orquesta se transcribe al piano. El piano del "lied" es tan protagonista como la voz. Y hay otro tercer protagonista: el texto poético, la poesía. Casi siempre se trata de un poema o conjunto de poemas ya escritos, a veces mucho tiempo antes de ser puestos en música. Es decir, no hay generalmente, colaboración entre el poeta y el músico. El "misterio" estriba en que el músico les imprime un sentido que estaba subyaciendo en estas poesías, y que al ser cantados alcanzan, por así decirlo, más completa perfección.
El "lied" era un género de amplia tradición en Alemania. Pero es ahora cuando, al alcanzar estas características, se convierte en un género musical importantísimo, distinto del aria de ópera o de la canción burguesa de salón. Es el principal vehículo de expresión sentimental de muchos de los compositores románticos alemanes.
Beethoven es el primer compositor de canciones a la manera romántica. Mozart y Haydn, entre otros, también las habían compuesto, y muy bellas, pero en la mayoría de los casos no tienen entidad propia, son composiciones de circunstancias. En Beethoven, por primera vez, el "lied" adquiere protagonismo musical. No sólo en sus "lieder" sueltos, muchos de ellos con poesías de Goethe, sino especialmente en sus ciclos de canciones: los Lieder religiosos sobre poemas de Gellert y el ciclo titulado A la amada ausente, sobre poesías de Jeitteles.
Schubert es el compositor de canciones más fecundo de toda la historia de la música: más de seiscientas salieron de su pluma en sus treinta años de vida. Son la forma musical en la que se expresa con más facilidad, con tanta naturalidad como el pájaro al cantar. Pone música a poesías de Goethe y de cuantos poetas alemanes cantan algún sentimiento noble y aburguesado. Entre tantas canciones sobresalen dos ciclos sobre poesías del mismo autor, Wilhelm Müller. El ciclo titulado La bella molinera pinta sonriente la vida y los ensueños campesinos visto desde la ciudad burguesa: algo así como la pintura de paisaje romántica. El titulado Viaje de invierno es un ciclo lleno de desolación y patetismo, en el que el eterno caminar por la vida, errantes y sin consuelo, es puesto en música con una intensidad sobrecogedora.
Schumann es el tercer gran compositor del "lied" romántico. Su aproximación a este género musical, distinta a la de Schubert, es más intelectual, más elaborada. Al mismo tiempo, es más escrupuloso en la elección de los poetas. El contenido que más frecuentemente elige es el amoroso, pero no el amor romántico en abstracto, sino el amor femenino y el masculino, impresionantemente delimitados. El amor femenino es pintado con extraordinaria psicología en el ciclo titulado Amor y vida de una mujer, sobre poesías de Chamisso; el amor viril es reflejado en su obra maestra, el largo ciclo de canciones sobre poesías de Heine, titulado Amor de poeta.
Casi todos los compositores románticos alemanes cultivaron con más o menos intensidad la canción, pero ninguno alcanza estas cimas de Schubert y Schumann. La tercera generación de románticos alemanes (Brahms y Bruckner), y sus sucesores postrománticos, siguieron cultivándola con una intensidad y una fortuna muy grandes, como veremos en su momento.
LA MÚSICA DE SALÓN
No debemos despreciar de antemano estas manifestaciones musicales más ligeras, que caen plenamente dentro de la música concebida solo para entretener. Desde el punto de vista histórico -y el arte es siempre un reflejo de su época- retratan a la perfección a la clase social protagonista del romanticismo: egoísta, frívola, sin graves problemas trascendentales, que canta vulgarmente su vida vulgar. Su sentimentalismo es a menudo convencional y su alegría superficial. Pero es en ese mundo del salón burgués donde se efectúa con más intensidad la popularización de la música.
Se nutre, en primer lugar, de danzas para bailes: Valses, galops, polkas, danzas orientales, "españoladas". Nace también una canción de salón, muy cercana al melodismo fácil de la ópera italiano: la romanza. Pero es importante el entronque cada vez más intenso con la canción popular, que dará luego paso al nacionalismo.
Y están, luego, las transcripciones para el piano de arias de ópera, de los conciertos más populares, incluso de las sinfonías y de la música de cámara. No olvidemos que músicos muy de primera línea, como el mismo Liszt, no desdeñan hacer tales cosas y las incluyen en sus conciertos con mucha dignidad.
Dentro de este tipo de música amable y despreocupada, que en ocasiones produce obras de verdadera calidad, mencionaremos el vals, la danza típicamente vienesa, que se hizo universal con las composiciones, todavía hoy apreciadas, de Johann Strauss (1825-1899).
En resumen, si son poco importantes para la evolución de la historia de la música, sí lo son como reflejo de su época, y eso es lo que de ellas nos importa.
** Texto tomado de "Música y Sociedad - Torres y otros"
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